La invención de los
logaritmos se debe al escocés John Napier (1550-1617), que no era matemático de
profesión, sino aficionado a esta materia. En su obra Mirifici logatihmorum
canoni descriptio es donde aparece por primera vez este concepto.
En la época de
Napier, también llamado Neper, y hasta la invención de las calculadoras, los
logaritmos se obtenían mediante cálculos complejos y los resultados se
registraban en tablas. Las primeras tablas de logaritmos decimales fueron
confeccionadas por Henry Briggs y tenían una precisión de 10 cifras decimales,
bastante mayor que la necesaria para resolver la mayoría de los problemas
reales.
Los logaritmos se
hallan presentes en numerosas situaciones de la vida real y son una herramienta
muy utilizada en contextos científicos.
Veamos un ejemplo.
Los astrónomos
dividen las estrellas según su grado de luminosidad, en astros de primera
magnitud, de segunda, de tercera, etc., asociándoles los términos de una
progresión aritmética: 1, 2, 3, …
Ahora bien, la luminosidad
física de las estrellas, y no la adjudicada por los astrónomos, varía siguiendo
una progresión geométrica, de razón 2,5: 2,5; 2,52; 2,53…
Observa que la
magnitud asociada a cada estrellas por los astrónomos coincide con el logaritmo
de su luminosidad física en base 2,54-2=6,25 veces más luminosa que
una estrella de segunda mitad.
Bibliografía: Matemáticas 4 ESO Opción B Biblioteca
del profesorado: GUÍA Y RECURSOS. Santillana: Proyecto La Casa del Saber
Autor: Sandra Encabo
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