Os
propongo, con la entrada de un nuevo año, una serie de actividades para que
realicéis con vuestros hijos e hijas. Son propuestas muy sencillas, inusuales
pero divertidas,
excitantes y reconfortantes y, si nos paramos a pensar en ellas, poseen una fuerza vital
increíble.
1. Ensuciarse a conciencia con barro, hierba mojada, paja,
arena, revolcándose entre hojas o, en la versión doméstica, rebozándose en
harina. La harina con un poco de agua es la masa perfecta para tener increíbles
experiencias. Esta propuesta hay que realizarla sin miedo a la suciedad, ni a
que se estropee la ropa, sin miedo a coger un resfriado. Mancharse sin
preocupación, sintiendo la experiencia de la materia natural. ¿No se te ha
pasado por la cabeza alguna vez pisar una boñiga de vaca cuando ibas paseando
por el campo o hurgar en ella con un palito?
2. Comer alimentos recolectados de la Naturaleza con las manos (castañas, manzanas, peras,
moras, nueces, piñones, higos, e incluso huevos de las gallinas recién puestos
o leche ordeñada con nuestras propias manos) Descubrir el placer de comer algo
cogido con nuestras propias manos es algo innolvidable, vale la pena ofrecer
esta experiencia maravillosa a los niños. Si tenemos la oportunidad de
cultivarlos nosotros mismos en casa o en el jardín, es otra experiencia
maravillosa: el plantar, regar y cuidar los vegetales para luego disfrutarlos
frescos y llenos de sabor.
3. Construir un refugio o una cabaña. En el bosque con ramas caídas o
en la playa con troncos que arrastra el mar. Inventar un lugar donde
escondernos es una aventura que nos llevará a las vivencias de nuestros
antepasados prehistóricos o como las que vivió el náufrago de Julio Verne
4.
Sentir los elementos. El viento en la cara, la lluvia, la tierra…
es sentir directamente a la madre
Naturaleza es emocionante, divertido y educativo. No privemos a los niños de
experiencias tales como meter los pies en el río, chapotear en los charcos,
tocar con la mano el hielo en invierno, arrancar un carámbano, patear las hojas
otoñales, oler las flores de la primavera, explorar un bosque, una cueva
(pequeña), caminar sin rumbo en un paraje natural o subir una montaña hasta que
puedas ver el horizonte y oler el aire de las alturas.
5.
Descubrir animales en libertad, como el zorro, la rana o el sapo,
la lechuza, el corzo, el jabalí o el mismo lobo… Que emocionante es descubrir renacuajos en una charca,
peces en un riachuelo, polluelos en un nido o la simple observación de aves en
libertad, insectos o pequeños animales.
6.
Hacer
sus propios juguetes. Otra de las actividades que no debemos de olvidar
hacer, es animarles a construir sus
propios juguetes. No os podéis
imaginar todo lo que se puede llegar a construir con un corcho, palitos,
papel….
7. Trepar,
con seguridad pero sin miedo y acompañados, si es
necesario, a un árbol, una tapia, una piedra enorme o una montaña. Sintiendo el
peso del propio cuerpo, la gravedad que empuja hacia abajo, descubriendo los
lugares donde apoyar los pies y asegurar las manos. Arañándose las rodillas,
gritando al llegar a la cima, saltando como locos al rememorar la hazaña.
8. Encender
una hoguera. Por supuesto, con
todas las normas de seguridad y con la supervisión de un adulto. Se puede
realizar con ramas secas, con carbones, en un espacio asegurado o en una
chimenea. Dando aire con un fuelle o abanicando con lo que tengamos a mano.
Viendo como las llamas se alzan, sintiendo el calor en la cara, observando como
se consume y, al final, apagándose las brasas.
9.
Comer con las manos Pues si, comer con las manos es un
placer que no deberíamos prohibir, siempre dentro de las normas y adaptándonos
al lugar y al alimento.
10.
Ir
descalzo. Y os lo dice una
persona que le cuesta horrores no llegar a ser una pesada con eso de “poneros las
zapatillas”. Con cuidado, deberíamos dejarles
sentir la sensación de los pies desnudos sobre la hierba y las hojas
húmedas, la arena caliente, las piedras del camino, la nieve, el agua del río o
el mar aunque estén fríos o el barro colándose entre los deditos. Es un placer
y una experiencia sensorial que merecen tener.
Estas propuestas nos ponen en contacto con la magia de la vida y nuestra
capacidad de maravillarnos.
¿TE ATREVES?
Dejémonos contagiar con la capacidad de maravillarnos
y divertirnos con las cosas sencillas
Bibliografía
“Educar en verde” Heike Freire
Entrevista a Heike Freire
http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/urbano/2011/12/31/205824.php
Si quieres
ORDEÑAR VACAS http://www.facebook.com/Xanceda#!/photo.php?fbid=10151537792948496&set=a.268154658495.184213.87099553495&type=1&theater
Autor: Myriam Catalán
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